Exposición recuerda a los precursores de los «hippies»

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Hoy en día, muchas personas se esfuerzan por llevar un estilo de vida lo más respetuoso posible con el medio ambiente. Algo parecido ya ocurría en torno a 1900, cuando se hablaba de "volver a la naturaleza".

Hoy en día, muchas personas se esfuerzan por llevar un estilo de vida lo más respetuoso posible con el medio ambiente. Algo parecido ya ocurría en torno a 1900, cuando se hablaba de "volver a la naturaleza".

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Una nueva exposición en el museo Bundeskunsthalle de Bonn, en el oeste de Alemania, aborda el movimiento «Lebensreform» (reforma de la vida) de principios del siglo XX.

La premisa de la muestra es que nuestro mundo es sorprendentemente parecido al de alrededor de 1900. En ese entonces, muchos jóvenes de la época intentaron romper con la sociedad capitalista e industrializada en las colonias de esta reforma, alejadas de las ciudades. El objetivo era una vida alternativa, el retorno a la naturaleza, el cuidado del cuerpo y de la salud.

Hoy en día, muchas personas se esfuerzan por llevar un estilo de vida lo más respetuoso posible con el medio ambiente. Algo parecido ya ocurría en torno a 1900, cuando se hablaba de «volver a la naturaleza».

El asentamiento reformista de Monte Verità, en el cantón suizo de Tesino, abrió el camino. Se convirtió en lugar de peregrinación de desertores, pacifistas y artistas que vivían allí con ropa hecha por ellos mismos en cabañas de madera simples llamadas «Lichtlufthütten».

Con sus largos cabellos y barbas, túnicas, sandalias y bandoleras, los miembros masculinos de la comunidad que vivían allí anticiparon el aspecto de los «hippies» que vendrían décadas después.

En 1905, Käthe Kruse creó en Monte Verità la primera de las muñecas con su nombre, que más tarde se volverían famosas en todo el mundo. No se trataba de un simple juguete, sino de una «muñeca reformista» que simbolizaba un modo de vida alternativo.

Los seguidores del movimiento «Lebensreform» también seguían una dieta sin carne. Al igual que hoy, lo hacían por motivos de salud pero también por respetar el bienestar animal. «El vegetarianismo era también una declaración política», explica Robert Eikmeyer, curador de la exposición «Para-modernismo».

Los hombres solían comer grandes cantidades de carne, y en este sentido una dieta basada en plantas era también una declaración contra el patriarcado, argumenta.

Un vegetariano especialmente militante del movimiento fue el pintor Karl Wilhelm Diefenbach, quien fue ridiculizado como «apóstol del colinabo». «El instinto moral y ético de toda persona sensible se opone a matar a un ser vivo para consumir su cadáver», declaró alguna vez.

«El cuerpo adquirió tanta importancia a principios del siglo XX porque la gente pasó de pensar en la inmortalidad del alma a pensar en la inmortalidad del cuerpo», afirma Eikmeyer. «Es como hoy: todos queremos vivir mucho tiempo. Por eso vuelven todas estas consignas: te comes tu muesli por la mañana, haces yoga, vas al gimnasio por la tarde. Todo eso también se encontraba en aquel entonces», señala.

El gurú danés del fitness J.P. Müller fue el gran modelo de entrenamiento para los hombres, mientras que la profesora de gimnasia estadounidense Bess Mensendieck se convirtió en la reina del fitness para las mujeres. Ambos eran tan populares que los verbos «mensendiecken» y «müllern» formaron parte durante un tiempo de la lengua alemana. Esto significaba que la gente se entrenaba según sus principios.

El escritor Franz Kafka también lo hizo, practicando diariamente ejercicios físicos basados en el ejemplo de Müller. También seguía la técnica de Horace Fletscher, que proponía masticar la comida muchas veces porque se suponía que esto facilitaba la digestión.

El esoterismo estaba en auge hacia 1900, por lo que fue uno de los momentos de apogeo del juego de la copa. Una de sus estrellas fue la ocultista Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891). En Canadá y Estados Unidos, Blavatsky se familiarizó con el chamanismo y el culto vudú. Luego se lanzó como espiritista y fundó la Sociedad Teosófica.

Más tarde, los seguidores del movimiento «new age» se basaron en ella. La exposición de Bonn muestra la instalación «Madame Blavatsky», de Goshka Macuga, que representa a la esoterista suspendida entre dos sillas.

Ya a principios del siglo XX, amantes rebeldes de la naturaleza como Friedrich Wilhelm Pester se mudaron de las cercanías de la ciudad alemana de Leipzig, por ejemplo, a la soleada California. Pester vivía allí como el «ermitaño de Palm Springs», en el desierto, con pelo largo, barba y sandalias.

Otro inmigrante, Otto Heinrich Carque, abrió tiendas de alimentos saludables en California y propagó la idea de «tomar baños de sol desnudo». Carque y otros alemanes también promovieron una dieta sin carne, de modo que en 1917 abrió el primer restaurante vegano de comida cruda de Estados Unidos, que servía guisos y zumos de frutas.

En los años 50, ya había cafés y restaurantes en California que promovían la «comida orgánica» y la «vuelta a la naturaleza». Así es como las ideas del movimiento de reforma llegaron a Estados Unidos, aunque pocos recordaran luego sus raíces. Tampoco llevó mucho tiempo que estas ideas regresaran luego a Europa bajo el nuevo disfraz del movimiento «hippy» y «flower power».

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