Exceso de perfume: ¿Es necesario un código de uso para fragancias?
Mucha gente suele tener en la punta de la lengua que está harta de cómo huelen sus conciudadanos. Y el dueño de un importante restaurante dice abiertamente y sin tapujos que cree que algunas personas se exceden con sus empalagosas nubes de perfume cuando salen.
El cocinero estrella The Duc Ngo preferiría no tener más comensales en sus restaurantes que ingresen con un penetrante perfume. Este chef berlinés («Ryōtei 893», «Funky Fish», «Kuchi», «Madame Ngo») lo dejó por escrito en Instagram, especificando que los perfumes demasiado fuertes son mal vistos en sus restaurantes de sushi y «seafood».
«También me gustan las fragancias bonitas, pero a veces es demasiado de algo bueno», comentó en el post. «Por eso, les pido consideración con nuestros cocineros y los demás comensales y que reduzcan su perfume cuando nos visiten. Gracias», manifestó.
En otros establecimientos de primera línea en diversos puntos del globo ya existen indicaciones de este tipo hace tiempo. En el «RyuGin» de Tokio (tres estrellas Michelin), por ejemplo, además de un código de vestimenta y para el teléfono móvil, también se aplica una prohibición de perfumes.
En Alemania hasta ahora se trató de un código de comportamiento no escrito. Probablemente se pensó que la gente se daría cuenta por sí misma de lo que podría molestar a otros huéspedes y restringir sus propias percepciones sensoriales.
«Para la visita a un restaurante, donde se trata muy especialmente de experimentar el gusto y el olfato, prescindiría de ponerme demasiado perfume», afirmó por su parte Rapahel Reichard, manager y head sommelier del sofisticado restaurante berlinés «Tim Raue», incluso antes de la manifestación de Ngo.
El debate sobre la no fragancia se encuentra nuevamente a pleno, un tema que suele ocupar una y otra vez a numerosos grupos de oficina y también círculos de amigos.
En la década de 1980, los gastrónomos de Estados Unidos, por ejemplo, blasfemaban contra las fragancias cargadas de pachulí o querían prohibir la muy intensa «Giorgio Beverly Hills» en sus restaurantes.
En comparación con algunos animales, el sentido del olfato humano no está especialmente desarrollado, aunque podemos distinguir más de 1.000 olores, como el floral, el sudoroso, el podrido y el penetrante. La lengua tiene unas 2.000 papilas gustativas que funcionan como pequeños detectores.
Los sabores básicos son el dulce, el ácido, el salado, el amargo y el umami (salado-picante como el glutamato, el queso, la carne, las proteínas).
La experiencia cotidiana y las investigaciones confirman que los olores ambientales pueden influir mucho en una abarcativa experiencia gustativa. En resumen, la mayoría de los sabores provienen de la nariz.
La historia cultural del perfume es extensa. En el marco de una sociedad acomodada, la potencia de los perfumes fue considerablemente en aumento durante las últimas décadas.
Y, al igual que las personas escuchan música a volumen fuerte por los auriculares, también esperan que los aromas les entreguen una elevada intensidad. Las fragancias actuales, en su mayoría sintéticas, lo logran sin inconvenientes.
Desde la década de 1990, lo exuberante y lo azucarado se hizo cada vez más popular en el mundo de la perfumería, según afirma la Fragrance Foundation, una organización integrada por las principales empresas de cosméticos.
«Angel», de Thierry Mugler (1992), con notas dulces de chocolate, fue el primer perfume gourmand de gran difusión. Este tipo de productos «huelen maravillosamente como nuestros postres favoritos y, con unas pocas pulverizaciones, proporcionan el ambiente olfativo de una pastelería».
El eau de toilette «1 Million» (2008) de Paco Rabanne también hizo atractiva esta tendencia para los hombres.
Además, a comienzos de los 2000, el mercado occidental se adaptó a Cercano Oriente, «por ejemplo añadiendo notas amaderadas de oud», según señala la fundación. En otras palabras, el mundo de la cosmética está apostando a la intensidad, asimismo influida por el mundo árabe.