El mundo corre el riesgo de perder la lucha contra el crimen organizado transnacional: Jefe de Interpol
- Bandas internacionales actúan como empresas globales
El secretario general saliente del organismo policial internacional Interpol, el alemán Jürgen Stock, dio la voz de alarma sobre las operaciones de las bandas internacionales.
«El mundo corre el riesgo de perder la lucha contra el crimen organizado transnacional», dijo Stock a dpa en Nueva York, en declaraciones difundidas el sábado.
Stock subrayó que Interpol tiene pruebas claras de que grupos mafiosos como la ‘Ndrangheta italiana, que antes operaban a escala regional, se han extendido ahora por todos los continentes.
«Están operando como empresas globales», afirmó el funcionario de Interpol. Al parecer, los grupos poseen «cantidades astronómicas de recursos» para llevar a cabo operaciones que incluyen el tráfico de seres humanos y de armas.
Sin embargo, la principal fuente de ingresos de estas bandas sigue siendo el contrabando de drogas, que prolifera en toda Europa. «Hablamos de todo tipo de drogas que están disponibles en los mercados criminales. Pero predominantemente, en la actualidad, la cocaína es un problema enorme», afirmó Stock.
A pesar de las incautaciones récord de droga en los principales puertos europeos de Amberes, Rotterdam y Hamburgo, los precios en la calle y la oferta permanecen invariables, señal inequívoca de que no hay escasez de drogas ilegales, afirmó.
Las estimaciones sugieren que las autoridades interceptan actualmente solo entre el 15 % y el 20 % de todas las importaciones.
Para combatir la creciente amenaza que representan estas bandas, Stock destacó la necesidad de una mayor cooperación internacional entre los organismos encargados de la aplicar la ley.
Las autoridades deben centrarse en desmantelar los 10 a 15 mayores grupos delictivos que operan a través de las fronteras, afirmó.
Stock dejará el cargo de secretario general de Interpol en noviembre, tras un mandato de 10 años. Se espera que el brasileño Valdecy Urquiza sea confirmado como su sucesor en la próxima Asamblea General de la agencia, también en noviembre.
Décadas después de que Estados Unidos lanzara su llamada guerra contra las drogas, el comercio mundial de estupefacientes ilegales sigue causando enormes daños.
En Estados Unidos, el auge del fentanilo ha desencadenado una grave crisis de la droga en los últimos años, causando decenas de miles de muertes. Según el instituto estadounidense que investiga el abuso de drogas, más de 70.000 personas murieron por sobredosis de opioides sintéticos -fundamentalmente fentanilo- solo en 2021.
La cocaína sigue siendo suministrada en gran parte por los cárteles latinoamericanos, a partir de productores de Colombia, Perú y Bolivia. Gran parte de ella se transporta a través de barcos en el Pacífico, partiendo del puerto de Guayaquil en Ecuador, señaló Stock.
«A partir de ahí, el mercado se vuelve muy flexible», dijo Stock. Por diversas rutas, esta droga altamente rentable llega a Europa, donde alcanza un precio en la calle de unos 70 a 90 euros (77 a 99 dólares) por gramo.
Una de las principales rutas del narcotráfico discurre por regiones políticamente inestables de África Occidental, desde donde los estupefacientes se canalizan hacia el norte de África y el Mediterráneo.
Según Stock, la corrupción en los puertos sigue siendo un problema importante, incluso en Europa, una preocupación frecuentemente planteada por los jefes de policía locales. «La afluencia de drogas solo puede explicarse (…) porque, obviamente, las autoridades portuarias y las personas que trabajan allí están siendo corrompidas», añadió Stock.
La violencia suele seguir al narcotráfico a lo largo de su ruta, e incluso en la fase final de la cadena de suministro ilegal aumentan los índices de delincuencia. En la llamada «última milla», las bandas locales se encargan de la distribución callejera.
«Como es tan rentable», los grupos se disputan el territorio callejero, explica Stock. Ejemplos de ello pueden verse en Suecia, Bélgica y los Países Bajos. Stock agregó que también hay indicios de que el conflicto «ha empezado» en partes de su país natal, Alemania.