Niño se graduó a los 12 y esta listo para la Universidad

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ARCHIVO - Ruben Charara frente a un ordenador en la empresa aievas AG, donde realiza prácticas de informática para prepararse para sus estudios universitarios. El niño de 12 años completó ya el colegio secundario. Foto: Roberto Pfeil/dpa

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Ruben Charara trabaja en una oficina climatizada en una solución de software para pedidos de vacaciones. Desarrolló el programa en tan solo dos semanas, completamente solo, durante una práctica.

Tiene apenas 12 años. Aprendió a programar solo en apenas cuatro semanas. «Vi un curso muy simple en Internet que pude aplicar rápidamente», afirma. Ya finalizó el colegio secundario. Hace algunas semanas tuvo la fiesta de fin de año en Wermelskirchen, en las montañas de Alemania. Pronto comenzará a estudiar informática o informática económica.

Ruben es muy talentoso. Cuando tenía un año ya hablaba con oraciones completas, a los cinco ya podía leer. «De repente se puso a leer una postal, quedamos todos muy sorprendidos», cuenta su madre, Hana Charara. Asegura que aprendió a leer solo, sin que nadie notara nada. «Ruben aprendió todo muy temprano y muy rápidamente y demostró contar con muchos intereses y talentos al mismo tiempo», dice.

Su tía, Rabab Charara, recuerda que con tres años quiso ser arquitecto. «Me insistió tanto que tuve que escribir cinco postulaciones para él», cuenta. A los cuatro años, cuando aún asistía al jardín de infancia, comenzó a hacer prácticas diarias en un estudio de arquitectos. 

Rubén mide 1,60 metros, es delgado, atento, educado y parece más bien reservado, modesto. Cuando se lo ve pasear en su patineta es difícil adivinar que completó su escolaridad en tan solo seis años y que habla inglés y francés con fluidez. Actualmente se está preparando para sus estudios universitarios con una práctica en una empresa de informática (aievas AG) en Burscheid, cerca de Colonia.

El amable niño podría convertirse en el egresado secundario más joven de Alemania, y con ello en el universitario más joven de su país. Al menos no se conoce en Alemania casos de chicos de aún menos edad con el secundario completo o en carreras universitarias. A Ruben esto no parece habérsele subido a la cabeza, ni incomodarlo.

«Estoy orgulloso y contento de tener mi título secundario y me preparo con alegría para lo que se viene», afirma. Comenzó con la escuela primaria a los cinco años, que terminó en tan solo dos. 

Ruben tiene un oponente que se le cruza varias veces en el camino y debe dominar: el aburrimiento. «Me aburría en el jardín de infantes, quería ir a la escuela. En la escuela primaria también me aburrí rápidamente. Y cuando llegué a quinto grado también estaba aburrido», dice.

En el secundario completaba siempre dos años escolares en un año calendario. Sin embargo, Ruben tuvo que dominar todas las materias y hacer todos los exámenes. Resolvió por su cuenta lo que se perdió por saltearlo. «Para mí, eso era más soportable que el aburrimiento», confiesa.

¿No le pareció difícil adaptarse todo el tiempo a nuevos profesores y compañeros? «Eso no fue un problema. Tengo amigos de mi edad y más grandes también. A mis amigos les da igual si terminé la secundaria con 12, 14 o a una edad normal», apunta.

De acuerdo con Mensa, la red federal más grande de toda Alemania para personas altamente dotadas, se habla de superdotados a partir de un cociente intelectual de 130. Alrededor del 2,2 por ciento de las personas lo alcanzan en Alemania. El término superdotado intelectual excepcional es menos claro, pero se suele usar para persona con un cociente de más de 145, que presenta el 0,13 por ciento de las personas en Alemania. Uno de ellos es Ruben.

No todos los chicos superdotados registran desempeños excepcionales, según explica la organización. Necesitan determinados estímulos y desarrollan problemas en la escuela cuando no pueden desplegar sus necesidades intelectuales.

«Ser superdotado es un potencial, pero lo decisivo son la motivación, las ganas, la voluntad, la perseverancia. Siempre dejamos a Ruben decidir por sí solo y luego posibilitarle todo», subraya Hana Charara. Indica que esto es todo un desafío. Añade que antes de que su hijo comience una carrera hay que aclarar muchas cosas dado que aún está en edad escolar. «La experiencia de las universidades en esto es nula», dice.

Ni en el Studentenwerk, un organismo estatal que reúne organizaciones de estudiantes universitarios en toda Alemania, ni en Mensa se había escuchado hablar antes de un estudiante tan joven. Tampoco hay estadísticas. La Conferencia de Rectores Universitarios (HRK) afirma que el bienestar del niño debe estar siempre en el centro. Señala que los padres deben decidir en esos casos junto con pedagogos y docentes y que el niño debe poder expresar sus deseos libremente.

«Siempre digo lo que quiero», asegura Ruben. También le es importante el tiempo libre (nadar, andar en karting, jugar al tenis, organizar pequeños torneos de golf). Le gustan el portugués, el español, el chino. «Leer también me divierte mucho. Suelo hacer lecturas cruzadas», asegura. Lee comics, historias, biografías. Ama a los animales, le gusta viajar y ya visitó con su tía varios países de Europa. «Siempre hay cosas interesantes por descubrir», dice.

Su tía dice que Ruben tiene una voluntad de hierro. «También es muy maduro como persona. Como chico siempre se tuvo que adaptar a nuevos contactos y ámbitos. Eso lo hizo madurar mucho», asegura. Según dice, el chico ya tiene más experiencia de lo usual para su edad. Y cuenta que Ruben aguanta mucho, incluso desde lo físico. «A los siete años llevaba a la secundaria una mochila que pesaba casi lo mismo que él. A los diez rindió numerosos exámenes de varias horas», recuerda.

Ruben está contento con sus próximos estudios, a pesar de que deberá hacer frente a algunas restricciones y algunas cosas serán para él distintas que para los estudiantes de mayor edad. Sin embargo, ya está pensando en la etapa posterior a la universidad: «Quiero fundar una empresa. Me gustaría probar con la industria automotriz o farmacéutica», indica.

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